¿Un mar interior en España?

Pedro Cañada Castillo Extremadura Unida
¿Un mar interior en España?

No se puede contemplar, con tranquilidad y pasividad, que haya en una misma nación, comunidades privilegiadas y superprotegidas que hacen y deshacen, y otras con un nivel de desarrollo, tan inferior, del que difícilmente podrán salir, dadas las estructuras políticas que hipotecan su presente y futuro, como hipotecaron  su pasado. El hacer un trasvase del Tajo al Segura fue una obra de ingeniería faraónica. El interés conseguido para hacer esta obra era ayudar a varias provincias deficitarias en agua dulce. Pero, para ello, se privó a regiones menos desarrolladas de una materia prima como el agua, tan necesaria para un desarrollo equilibrado con el resto de España.

El Tajo no tiene que ser una sucesión de charcos que tenga más agua en el Trasvase que en el propio río. En la provincia de Cáceres, por donde más kilómetros recorre el Tajo (97km), se pueden contar con los dedos de las manos, las hectáreas que riega. Si alguien se beneficia, son las centrales nucleares de Almaraz y las eléctricas con el pantano de Alcántara. Como si pasara un avión supersónico y no dejara más beneficios que el humo que suelta.

Castilla la Mancha y las demás comunidades de la cuenca necesitan, igualmente, de las aguas del Tajo para su abastecimiento y su desarrollo integral, muy inferior al de aquellos que se llevan el agua de su cuenca.

El mar interior en el centro de España, serviría para que los gobiernos sucesivos y los políticos de esta España marginada y saqueada, pusieran los ojos en el desarrollo equilibrado no solo de la costa mediterránea y los privilegiados de siempre, sino también en la otra España, en la otra costa. ¡Mira hacia el oeste!

Es más necesario un trasvase del mar al centro de la península, que el trasvase Tajo-Segura. Se llevan el agua dulce a las zonas que disfrutan de todas las ventajas del mar; pero no les importa la España seca, la marginada, a la que ni siquiera contemplan, ni este gobierno, ni los anteriores, ni siquiera algunos representantes de las propias comunidades. Deslumbrados por los éxitos de algunas ciudades y provincias con la ayuda y sacrificio de todos los españoles, olvidan la otra parte de España, sin mar y sin políticos capaces de reivindicar un desarrollo equilibrado entre todas las regiones y comunidades.

No es ninguna utopía irrealizable un trasvase de agua del mar por un canal navegable, al centro de la península, o por tuberías como las que han llevado el agua dulce del Tajo a las regiones de la costa mediterránea. Sería más ecológico, más necesario, produciría más riqueza, afectaría a muchas provincias, a la España marginada, habría trabajo para todo el siglo XXI, no produciría daño a nadie y sería, posiblemente, más barato que llevarse el agua de una cuenca como la del Tajo.

El agua del Ebro, que echan al mar por millones de metros cúbicos, podría ser una solución a considerar por la vertiente mediterránea. No tendrían que cambiar al Tajo de su curso natural, ni robarles el futuro a comunidades que lo tienen ligado, entre otras materias primas, al agua.

¿Por qué no piensan, también, en las necesidades de desarrollo de las comunidades donantes y se les ocurre la posibilidad de que el trasvase pudiera ser del mar al centro de la península, para redimir esta otra España que aguanta, inerme, sin industria y sin trabajo, las impertinencias, privilegios y chantajes de los más fuertes?

Por otra parte, las desalinizadoras y las nuevas técnicas, que permiten a Israel regar el desierto con el agua del mar, podrían servir de modelo para no tener que llevarse el agua dulce de aquellos que la necesitan y no prescindir de las propias aguas y de las desalinizadoras tan cacareadas.

Se llevan el agua del Tajo de comunidades menos desarrolladas, a las zonas que superan, con mucho, en renta per cápita, en oportunidad y medios de desarrollo, en comunicaciones y servicios como industrias, sanidad, transportes,…, a las comunidades de las que se llevan el agua.

Cada campo de golf consume unos 250.000 m3 de agua al año, por 76 campos de golf, supondrían unos 19 millones de m3 para recreo, no para beber.

¿Cuántos miles de hectáreas han regado ilegalmente, desde el primer momento y con el silencio cómplice de las administraciones y de los partidos, que están en connivencia para ocultarlo?

Nos alegra la prosperidad de las comunidades beneficiarias del trasvase, pero el desarrollo de la otra España también es de justicia y necesario.

Reiteramos  que no se trata de ninguna utopía imposible. Ya, en otra ocasión, hemos hablado de la unión del océano Pacífico y el Atlántico por Panamá, del océano Índico con el mar Mediterráneo por el Canal de Suez, de las catedrales y maravillas del mundo, hechas sin medios por nuestros antepasados. El mar ya estuvo por aquí. Los medios técnicos y las cabezas pensantes están, también, entre nosotros. Necesitamos poner en marcha ese “cerebro colectivo”, que se una para conseguir lo “imposible” ya realizado en otras partes.

No estaría de más que los grandes ingenieros, españoles y extranjeros ya experimentados en estas utopías realizables, pudieran lanzar un primer proyecto como el que proponemos para la España marginada. También los jóvenes estudiantes podrían usar su gran capacidad y creatividad para hacer un primer ensayo.

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