Pasar las vacaciones en casa puede ser un reto para desconectar del trabajo en verano

En la foto de archivo, personas pasando las vacaciones en casa
Pasar las vacaciones en casa puede ser un reto para desconectar del trabajo en verano

Durante las vacaciones de verano, muchas personas optan por quedarse en casa en lugar de desplazarse a otro destino, lo que puede suponer un desafío para conseguir desconectar completamente del trabajo.

La falta de tiempo para la planificación de un viaje, los altos precios y el auge de la conciencia medioambiental han propiciado que las “staycation”, o vacaciones en casa, sean una alternativa vacacional cada vez más frecuente.

Este término, que combina las palabras inglesas “stay” (quedarse) y “vacation” (vacaciones), hace referencia a que las personas optan por quedarse en su hogar o área local durante el verano en lugar de viajar a otros destinos. Y, aunque esta modalidad de turismo tiene ciertas ventajas, lo cierto es que puede suponer un reto para la desconexión laboral.

La proximidad física al entorno laboral conlleva varios desafíos para desconectar completamente del trabajo, especialmente para quienes teletrabajan. Y es que, a diferencia de los viajes que suponen un cambio de entorno, quedarse en casa puede dificultar la separación mental y emocional del trabajo.

Sin una desconexión real, la mente no tiene la oportunidad de recuperarse, lo que puede llevar a problemas de salud a largo plazo. Es fundamental que, durante las vacaciones de verano, se consiga un descanso adecuado para reducir el estrés y la fatiga acumulados, y evitar el agotamiento; más aun teniendo en cuenta que solo el 31% de los trabajadores españoles se siente con energía.

La falta de desconexión laboral disminuye la eficiencia y productividad en el trabajo, aumenta la probabilidad de cometer errores y estanca el pensamiento creativo. Esto, a su vez, puede afectar negativamente la motivación y el bienestar de los empleados, quienes pueden sentirse sobrecargados y sentir que carecen de tiempo personal, lo cual impacta las relaciones interpersonales y genera conflictos, disminuyendo la cohesión del equipo.

Además, puede llevar a un estrés constante, lo cual afecta negativamente la salud mental y física, resultando en estrés crónico y burnout, o en el desarrollo de problemas del sueño.

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