Jimmy Carter, un buen corazón al servicio del poder
Jimmy Carter, fue, lo que podríamos denominar con todo el mejor significado de la expresión, una buena persona. Y, una buena y excelente persona, que consiguió llegar a Gobernador del Estado de Georgia, para, posteriormente, ser elegido presidente de esa nación preponderante en el mundo actual.
Conocí esta mañana la luctuosa noticia de la muerte del 39 presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, quien es la mejor referencia de la política, en la primera potencia mundial, que yo siempre mantuve durante mi infancia.
Jimmy Carter, fue, lo que podríamos denominar con todo el mejor significado de la expresión, una buena persona. Y, una buena y excelente persona, que consiguió llegar a Gobernador del Estado de Georgia, para, posteriormente, ser elegido presidente de esa nación preponderante en el mundo actual, de la cual supo dulcificar sus efectos dominadores e imperialistas, no sin encontrar una enconada oposición, dentro de las propias instancias del poder estadounidense, al mismo tiempo que la incomprensión, amarga para él, de bastantes compatriotas que, en un principio, le habían votado.
Jimmy Carter, que no Jim, nombre mucho más serio y circunspecto, que el diminutivo cercano y familiar de Jimmy, nació en una familia de terratenientes de Georgia, cuyo padre era propietario de plantaciones de cacahuetes. Un padre ejemplar, que respetaba los derechos y la dignidad de sus trabajadores de raza negra. De tal forma, Jimmy, el mayor de sus hermanos, trabó gran confianza y amistad con los hijos de estos trabajadores, y con sus familias, que llegaban a hacerse cargo del futuro presidente, en casos de ausencias parentales.
Jimmy, era una mente más proclive a las ciencias, y sus estudios universitarios fueron en tal sentido, también dentro de su formación militar, donde fue empleado en el arma submarina. Una vez abandonado el Ejército, fue tentado por la política, donde siempre sostuvo la defensa y difusión del respeto a los derechos humanos.
Su labor como presidente no dejó lugar a dudas de su profundo compromiso con la libertad de todos los hombres, desde los derechos más fundamentales de la especie humana, aquellos que absolutamente todos tenemos en común. La cesión del Canal de Panamá, los acuerdos de Camp David, y el tratado SALT III, fueron los hitos más señalados de su mandato, en los que salió triunfadora la paz, y beneficiados los pueblos, si bien por un tiempo efímero, el cual, no obstante, mereció la pena, por el esfuerzo y la ilusión imprimida desde la Administración Carter.
Se dice que, los esfuerzos de aquellos Estados Unidos de América por la paz y la justicia humanas, no consiguieron aplacar la Guerra Fría, sino todo lo contrario, que incentivaron el rearme del enemigo Soviético. Quizás por tales rumores, otro hombre de talante muy distinto, sucedió en 1981 a un desgastado pacifista y defensor del cuidado medioambiental de nuestro planeta. Ronald Reagan, planteó una política de aceleración armamentística, merced al proyecto denominado, «Star Wars», que la Unión Soviética trató de igualar o superar, pero solo logrando que reventara su economía. Fruto de la política del presidente Reagan, cayó la Unión Soviética, y finalizó la Guerra Fría, hecho que dejó patente la reflexión de que se consiguen mejores resultados por las malas, que por las buenas.
Mis condolencias a los simpatizantes de este humanista cristiano, y al pueblo de los Estados Unidos de América. ¡Enhorabuena por haber otorgado la máxima instancia del poder en el mundo, a un buen y gran corazón, como el de Jimmy Carter!.