Guillermo Soto Burgos, arcipreste e hijo adoptivo de Mérida
Guillermo Soto Burgos (Monesterio, Badajoz, 27/05/1932), sacerdote, recibió el título de Hijo Adoptivo de Mérida el 28/04/2007 en el Centro Cultural Alcazaba de la capital regional, tras la incoación del expediente aprobado por unanimidad de todos los grupos políticos municipales en la primera sesión plenaria celebrada el 01/02/2007 del mismo año, a petición del alcalde, Pedro Acedo, por la labor realizada en la ciudad durante cuarenta y dos años.
Ingresó en el Seminario de San Atón de Badajoz el 10/09/1945, tras haber cursado los estudios primarios en su pueblo natal y el examen de ingreso y el primer curso de Bachillerato en el Instituto San Isidoro de Sevilla. En San Atón se incorporó al segundo curso de los estudios eclesiásticos, realizando cuatro años de Latinidad, tres de Filosofía y cuatro de Teología, concluyendo su preparación en el curso 1956-1957. Fue ordenado sacerdote el 29/06/1957 por el obispo de Badajoz, José María Alcaraz y Alenda.
Su primer destino como sacerdote sería Santa María de Navas, pedanía de Montemolín, de 300 habitantes, muy cercana a Monesterio, su pueblo natal, del que afirmó guardar un gratísimo recuerdo tras su primera experiencia sacerdotal de siete años. “Aprendí mucho de aquella buena gente, sencilla y encantadora”, confesaba en marzo de aquel año.
Tras un mes como párroco provisional de Usagre, es destinado a la parroquia de Santa Marta de los Barros, en la que permaneció un año (septiembre de 1964 a agosto de 1965), en que se traslada a Mérida para hacerse cargo de la recién creada parroquia de Cristo Rey en calidad de párroco, pero cuya inauguración no se llevó a cabo hasta el 6 de octubre de 1965. Mientras tanto, celebró los cultos en la iglesia del Carmen, cedida por la Diputación Provincial al Obispado.
Una de las primeras actividades que realizó fue hacer personalmente un Padrón parroquial (conservado en el archivo de la parroquia), que tardó seis meses en llevarlo a cabo y que le permitió conocer a todos sus feligreses. Asimismo, por su afición al fútbol fue nombrado capellán del Mérida Industrial C. F. el 1 de julio de 1967.
El obispo le encomendó la construcción de una nueva iglesia en el lugar conocido por El Calvario, que proporcionaría servicios a unos 4.000 feligreses. Iniciadas las obras, en los cimientos de la ermita se descubrió el Castellum aquae, depósito de aguas del acueducto romano de Los Milagros, del que se abastecía la ciudad en época imperial. Las obras fueron suspendidas y el solar sometido a un expediente de expropiación que duró tres años, hasta conseguir la venta y la indemnización de los terrenos para la iglesia y las dependencias parroquiales para los servicios pastorales y las viviendas para el párroco y el coadjutor. Las obras concluyeron en 1978, gracias a los donativos de los emeritenses, inaugurándose la nueva iglesia el 2 de abril de 1978, con una misa de acción de gracias celebrada por el obispo Doroteo Fernández.
En los años 60 conoció al promotor y director nacional de las Escuelas Familiares Agrarias, el ingeniero Joaquín Herreros, a quien implicó para crear una de ellas en Mérida. La Escuela Familiar Agraria “Guadaljucén”, situada en la estación de Aljucén, fue realidad en 1969 y por ella han pasado decenas de promociones de jóvenes que han recibido esa formación. En 1972, tras la construcción del nuevo Hospital Psiquiátrico, logró que la iglesia del Carmen pasara a su original propietario: el Obispado, tras un uso compartido con la Diputación Provincial de Badajoz.
Una actividad de la parroquia con la que consiguió un gran éxito fue el Magno Belén del Calvario, once años de exposición de este belén que recibió la visita de muchos miles de personas, tanto de Mérida como de la comarca.
De 1987 a 1996 ocupó el cargo de arcipreste de Mérida, cargo que considera “el de más responsabilidad que se me ha encomendado en mi ministerio sacerdotal”. Desde octubre de 1996 es canónigo de la concatedral de Santa María, instituido por el arzobispo Antonio Montero para el servicio del culto del templo. En 1998 hizo posible el Centro de Transeúntes P. Cristóbal de Santa Catalina, gracias a la mediación del entonces presidente del Senado, el emeritense Juan Ignacio Barrero, de Renfe y de Caja Badajoz, que habilitó el edificio, inaugurado el 18 de mayo de 1998, que llevan las Hermanas del P. Cristóbal, junto a un encomiable grupo de voluntarios y con el eficaz apoyo de la Campaña del Mochuelo.
Desde 1982 estuvo implicado en esta popular campaña del Mochuelo, con independencia de su condición de párroco de Cristo Rey. Varias circunstancias influyeron para engancharse con esta solidaria campaña. “A principios de los ochenta, recuerda, era presidente de Cáritas Interparroquial y tuve ocasión de comprobar los apuros económicos por los que pasaban algunas asociaciones, en las que había tantas personas voluntariosas implicadas, que estaban dando lo que más nos cuesta dar: nuestro tiempo, y además tenían que preocuparse de buscar los medios materiales para realizar su labor benéfica. Esta inquietud coincidió con que llegó a mi conocimiento esta idea radiofónica Campaña del Mochuelo, que ya había tenido una corta experiencia en los años sesenta y que, desde el primer momento, intuí como un excelente medio para generar fondos para estos fines sociales.”
Hay que subrayar también la publicación mensual del Boletín Parroquial, que distribuye gratuitamente en todas las casas de la feligresía, durante cuarenta años, en la que dejó plasmada la historia de la parroquia y que, con motivo de sus bodas de plata, reunió en un libro relatando lo que habían sido estos 25 años.
------------------------------------
Vid.: Delgado Rodríguez, Fernando, cronista oficial de Mérida: Semblanza de Guillermo Soto Burgos, que figura en el expediente instruido por el Ayuntamiento de Mérida para su declaración como Hijo Adoptivo. Véase también “Mérida promueve el nombramiento de Guillermo Soto como hijo adoptivo”, en Monesterio información, de marzo de 2007, pág. 6.