Obligadas a prostituirse sin preservativo, drogarse y comer una vez al día por una mujer que ha sido condenada a 26 años de cárcel
La Audiencia provincial de Badajoz ha condenado a la regente de un club de alterne del municipio pacense de Zafra a 26 años de prisión por tres delitos de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, uno de ellos agravado.
Asimismo condena a la hija de la regente y al camarero del local a doce años de prisión a cada uno por delitos relativos a la prostitución. Como responsabilidad civil los acusados tendrán que abonar 10.000 euros a cada una de las tres víctimas.
En la sentencia queda probado que la principal condenada captó a las mujeres cuando se encontraban en situación irregular en España (en un fecha indeterminada cercana a enero de 2019), sin familiares y sin recursos, y se aprovechó de su situación de vulnerabilidad para engañarlas ofreciéndoles trabajo como limpiadoras o cocineras de lo que ella definía como su hotel.
Una o dos semanas más tarde, las convencía para alternar con los clientes y ejercer la prostitución como medio para conseguir el dinero que, según les dijo la regente del local, ellas necesitaban para regularizar su situación en España. Pidió, según los datos aportados por el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, a cada mujer explotada una cuantía diferente, concretamente, 7.000, 5.000 y 3.000 euros.
Así mismo, y con el fin de que continuaran ejerciendo la prostitución, las amenazaba con llamar a la policía para que las deportaran, señala la sentencia.
Las tres víctimas pusieron de manifiesto que les imponían unas condiciones infrahumanas y las obligaban a ejercer la prostitución desde las 17:00 hasta las 6:00 o las 7:00 de la mañana, debiendo hacer lo que los clientes querían, incluso mantener relaciones sexuales sin preservativo o tomar drogas.
La sentencia explica que la regente del local era la encargada de cobrar a los clientes y que su hija y el camarero subían a las habitaciones cuando se superaban los 30 o los 60 minutos que duraban los «pases», los cuales se pagaban a 120 euros la hora. Incluso les ponían sanciones si no cumplían con las «normas» y comían una sola vez al día.