Los últimos de La Generala

Félix Pinero
Los últimos de La Generala

Fuimos bastantes los que aún vivimos y trabajamos en La Generala en el año 1973, año del cincuentenario, las bodas de oro, hasta el traslado al bloque 14 de La Madrila, mediados de septiembre del mismo año. Residencia del marqués Antonio Vicente de Arce, marqués de Camarena la Real, casado con María Cayetana Vicenta de Ovando Calderón, “La Generala”, que el pueblo llamare así por la alta graduación militar de su marido. Por segunda vez, La Generala ha sido testigo ayer de un recuerdo al lugar en que el obispo de Coria, Pedro Segura Sáenz, fundare el 1 de abril de 1923 (hace ahora cien años) el Diario Extremadura.

El 02/04/2018, El Periódico Extremadura celebró un acto conmemorativo para descubrir una placa del 95 aniversario del diario, que decía: “En este edificio del Palacio de la Generala, se fundó El Periódico Extremadura, decano de la Prensa regional, el 1 de abril de 1923. En su 95 aniversario se rinde homenaje a cuantos lo hicieron posible todos estos años. Cáceres, 1 de abril de 2018.”. Sí, pero no. No estaban todos los que fueren a la casa de “La Generala”, porque me enteré al día siguiente.

Pues, claro, que ayer estaban los últimos de La Generala: Enrique Baltar, redactor jefe desde 1971; José Luis González Espada y Alfonso Vigara. Y añado: yo, en 1970, y desde el 1 de julio de 1971, hasta nuestro traslado a La Madrila, mediados de septiembre de 1973. ¿No lo sabía?

Ayer, leemos en El Periódico: “Cien años nos contemplan”. ¿A quién contemplan, cronista Miguel Ángel Muñoz? Ninguna de las autoridades presentes en el acto hubieren nacido en 1973: ni el alcalde, ni la presidenta de la Asamblea, ni el  delegado del Gobierno, ni el portavoz de la Junta (todos en funciones), ni menos aún el gerente que a nadie representa, ni el director del periódico, puesto a dedo por un partido político, que reniega de sus antecesores, a los que no invita, como usted, que tan poca memoria histórica tiene como para no recordar ni invitar al acto a un director que lo dio todo por su periódico, aunque algunos como usted me lo nieguen. El sucesor del obispo fundador, Jesús Pulido, define al diario, como el director, como “un periódico con alma”. Mi predecesor, Germán Sellers, me dijo un día que “las empresas no tenían alma”, como él no la hubiere conmigo ni el propio periódico con él, llegado el día. Monseñor cree más a los usurpadores de la nada, que se creen referentes de algo, sin ser nada, porque no se informa, como usted.

Usted no tiene alma ni memoria histórica ni desea tenerla porque es un vendido a Dios y al diablo. Renegó usted, cuando fuere director, de la filosofía que imprimió el fundador, crítico donde los hubiere, con la dictadura de Primo de Rivera; con la República, por la que fue expulsado de España, y con la dictadura de Franco, que ordenó a su muerte rendirle honores militares con bandera y banda, pese a todo, en San Juan de Aznalfarache. Usted no rinde honores a nadie porque no llega ni a cabo en el periódico del que se cree un dios mayor, y no es nadie. Más aún: usted vendió su ética y deontología profesional a un partido político, en sus cuatro años de director, distinto y distante del grupo que le acogiere y le nombrare por la gracia de Dios, como al caudillo Franco, que se jactan en reiterar que fue nombrado en Cáceres. ¿De cuándo acá?

Olvida usted, porque no hubiere memoria, que su periódico continúa vivo pese a personajes como usted y a quienes le precedieren, como el anterior gerente (que sí se proclamó caudillo (y no Franco) al llegar a Cáceres el 1 de diciembre de 1998. ¿Y qué consiguió: pasar de 72 empleados a 35, de 72 páginas diarias que yo condujere a 56 de hoy…? Más aún, de tener en sus filas a autónomos falsos, que hubieren sido despedidos por un ERE (que la Agencia Tributaria ignora), a romper la rotativa, su gran obra en Plasencia, con 15 empleados que fueren despedidos… y de enviar al paro, antes de jubilarse, a los que hubieren una nómina abultada. Eso no lo dice usted…, ni lo dirá nunca porque no hubiere vergüenza para ello.

Le enseñé a usted en el 95 aniversario que no eran las bodas de oro, sino las de platino: de plata a los 25 años, de oro a los 50 y de platino a los 75. Lamento que usted no haya aprendido nada de mí y, además, me niegue. ¡Menos mal que el periódico no me ha negado al solicitarme un artículo para el extra del centenario…! Se extrañó usted de que no fuere a la cena del 95 aniversario y me lo echó en cara con la mirada al día siguiente. Ignoraba usted los motivos… Ningún exdirector vivo estuvo presente en el acto de recepción de la Medalla de Oro de la ciudad, aunque los invitare a todos. Por algo sería…

Ayer usted me ha vuelto a ignorar; pero la historia no me dejará a un lado, porque he escrito más que usted y estoy en sus anales. Continúe usted escribiendo una historia sesgada, que al final tendrá su merecido, como otros lo hubieren. ¡Que Dios bendiga a El Periódico Extremadura y a usted le ilumine! De corazón y con piedad…

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