Avalancha de agua en Jarandilla: "Hablé con mi hermano para despedirnos"
La pérdida de más de 310 millones de litros de agua de la presa de La Maricana, en Jarandilla de la Vera, dejó escenas de pánico. María de los Ángeles Saaz y su marido, que regentan un taller mecánico que ha quedado cubierto por el lodo, llamaron a su familia para despedirse.
La alerta saltó pasadas las 5:00 de la madrugada de este lunes en Jarandilla de la Vera cuando la presa de La Maricana, utilizada por la comunidad de regantes, comenzó a desembalsar inesperadamente por un fallo en la base, que cedió hasta provocar una oquedad que arrastró una avalancha de agua hasta la parte baja del municipio.
Cauce abajo se desparramaron más de 310 millones de litros de agua que provocaron daños de importancia en un taller mecánico y en el tanatorio municipal. Los servicios de emergencia actuaron de forma coordinada tras conocer la rotura de la balsa sin que se registraran daños personales.
María de los Ángeles Saaz y su marido tuvieron que ser desalojados por los bomberos de la planta superior en la que viven, justo encima de su taller mecánico.. En plena madrugada oyeron fuertes golpes y decidieron levantarse de la cama y descubrieron la gran avalancha de agua atravesando su propiedad y decenas de golpes arrastrados por la corriente.
Cuando llegaron los servicios de emergencia, los bomberos intentaron sacarlos por la parte delantera de la vivienda, pero al no lograrlo lo intentaron por un lateral.
"Vimos que el agua se lo estaba llevando todo, pensábamos que los cimientos de la casa iban a ceder y nos teníamos que tirar", ha indicado María de los Ángeles a Radio Interior de Extremadura. Al comprobar lo que sucedía a su alrededor, llegaron a temer por su vida.
"Hasta que no llegaron los bomberos estábamos en vilo, sin saber qué hacer, lo pasamos muy mal", ha relatado.
Fuen entonces cuando llamaron a su cuñada, Elena Núñez, la hermana de su marido y le narraron lo que estaban viviendo desde el ventanal de su vivienda.
"Llamarme mi hermano de madrugada para despedirse ha sido el peor momento de la noche", ha dicho Elena, que lamenta que no les permitan la limpieza de los cauces llenos de maleza.
"Luego vienen las inundaciones", ha advertido esta mujer, que ahora se afana en las tareas de limpieza en medio de máquinas de recolectar tabaco, coches destrozados, arena, piedras, escombros y lodo.