Los Idus de mayo
Como bien sabemos, en el calendario romano, una fecha relevante eran los denominados como Idus, días que oscilaban entre el trece y el quince de cada mes y considerados como fechas relativas a los buenos augurios. No obstante, el más conocido de todos, el de marzo, precisamente pasó a la Historia por un hecho significativo que precisamente nada tenía que ver con tales cuestiones sino con el asesinato de Julio César a manos de sus traidores, personas de su confianza a los que el estadista militar no vio venir en sus conspiraciones.
Según relata Plutarco, el acontecimiento funesto transcurrió así:
Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: «Los idus de marzo ya han llegado»; a lo que el vidente contestó compasivamente: «Sí, pero aún no han acabado».
Resultan curiosos algunos paralelismos que podemos encontrar entre lo acontecido este último fin de semana electoral en Extremadura y lo que nos refiere la Historia.
En este modesto análisis solamente tendremos en cuenta el escenario regional, que es del que se pueden extraer conclusiones que apunten a mayor escala.
Los hechos son claros: el partido socialista ha ganado las elecciones pero presumiblemente no podrá gobernar la región puesto que los números no le son favorables ni contando con el resto de la izquierda (Unidas Podemos).
Estamos por lo tanto ante una nueva alternancia política siempre y cuando el bloque de derechas pueda llegar a entenderse (bien mediante pacto de legislatura o abstención), lo que haría que María Guardiola se convirtiera en la primera presidenta regional de toda nuestra historia.
Sin duda, los pronósticos no atisbaban un resultado como éste: en todas las encuestas si que se auguraba un retroceso notable del PSOEX aunque se daba por sentado que la coalición de izquierdas que sustenta el gobierno central se repetiría también aquí.
Para sorpresa de todos, esto no ha sido así y todo parece indicar que tendremos cambio de papeles y de carteras. Toca ahora preguntarnos por los motivos de este inesperado panorama.
En algunos medios nacionales se ha apuntado que el resultado de estas elecciones locales y regionales deben ser tomadas como un plebiscito de valoración de la gestión del gobierno central y más concretamente de eso que se ha venido a llamar “sanchismo” como doctrina política. Sin duda, algo de eso tiene que haber puesto que no es casualidad que los resultados hayan sido tan nefastos en aquellos territorios donde la conexión directa con Moncloa era estrecha. En ese grupo se encuentra Extremadura, por ejemplo, donde la alineación de Fernández Vara con el líder del partido ha sido total asumiendo un papel de servilismo impensable hace poco más de cinco años (recordemos su posicionamiento en las primarias del partido por la ya casi olvidada Susana Díaz).
En la otra cara de la moneda están dos regiones, Asturias y Castilla la Mancha, abanderada ésta última por García Page, quien revalida la mayoría absoluta a pesar de todo. Recordemos que Page ha sido una de las pocas voces discordantes del discurso oficialista del césar Sánchez. ¿Son estos resultados un premio por ello? Esa es la gran pregunta que ronda por el ambiente. Sea o no cierto, la realidad es que ya hay medios que lo postulan como una especie de Marco Bruto en el hipotético caso de que los idus de mayo se traspongan a diciembre, y que de esta manera se ponga fin al proyecto político-personal de Sánchez.
Pero está claro que este supuesto plebiscito no ha sido el único motivo de los resultados electorales. Presumiblemente, también tengan que ver los estertores de la nefasta gestión de la epidemia a todos los niveles, la amenaza de los nacionalismos (problema que sigue estando presente tanto en cuanto se precisa de los extremos ideológicos para constituir gobiernos) o los independentismos así como casuísticas a escala territorial.
En ese último sentido, en Extremadura había motivos suficientes para exigir responsabilidades como así se ha hecho: la losa del paro juvenil y la consecuente desbanda generacional a otros territorios, el umbral de pobreza que tenemos. los problemas con las infraestructuras (con el tren a la cabeza), las políticas vende-humos sobre proyectos de vertebración que no acaban de llegar son causas que están ahí. Y todo esto, tras más de cuarenta años de gobierno casi ininterrumpido de la misma sigla.
Se abre un nuevo tiempo, sin duda: la pelota está ahora en el tejado de la oposición y presumiblemente, van a tener cuatro años para intentar revertir las cosas y debemos exigir resultados. Veremos hasta donde llegamos.