Este es el pregón de Isidoro Campos en la Feria de San Marcos que emocionó a Talayuela

Isidoro Campos y Mónica Pascual
Este es el pregón de Isidoro Campos en la Feria de San Marcos que emocionó a Talayuela

El periodista y empresario Isidoro Campos González ofreció este jueves el pregón de la Feria y Fiestas de San Marcos de Talayuela desde el balcón del ayuntamiento en una intervención cargada de emotividad que no dejó indiferentes a sus vecinos.

Recordó parte de la historia de Talayuela de los años 60 y 70 e hizo revivir a sus paisanos momentos únicos de su niñez que emocionaron a buena parte de los presentes en la Plaza Real. Algunos de los asistentes no pudieron evitarlo y derramaron lágrimas de emoción, sobre todo cuando el pregonero recordó a aquellas personas que fallecieron y a las que se encuentran atravesando momentos delicados.

Campos dirige ÍCARO, la agencia de comunicación y publicidad más antigua de Extremadura -el pasado 10 de marzo cumplió 30 años- y RADIO INTERIOR, la cadena de radio comercial privada de la región de capital íntegramente extremeño con mayor implantación en esta comunidad autónoma.

A continuación reproducimos íntegramente el pregón pronunciado por Isidoro Campos.

"Queridos paisanos:

Esta es la historia de un pueblo feliz; el pueblo de unos niños jugando a la pelota en campos de tierra, el de los payasos de la tele o las sardinas prensadas en el comercio del barrio.

Esta es la historia de Talayuela, miles de almas que formamos una única familia, una gran familia. Y si no, explicadme eso de en “ca” tía Juana, en “ca” tío Pedro o en “ca” tío Paco.

Es la historia dibujada a través de los años, una foto fija que nos enternece cuando recordamos la solidaridad de los nuestros, ya fuese cuando tocaban las campanas a niño perdido, o cuando nos quemaban nuestro frondoso pinar.

Soy hijo del barrio de los Arenales y de la calle Manuel Mas, pero también de Bravo Murillo y Velázquez, donde pasé muchas tardes de mi niñez al regazo de mi abuela mientras escuchaba el consultorio de Elena Francis en Radio Intercontinental.

¿Recordáis? “Aquí Radio Intercontinental. Madrid. Son las 6 de la tarde. Joyería Relojería Enrique Busian, Calle Mayor, 6, primero. Y recuerde: Enrique Busian no tiene puerta de calle”.¡Cómo pasan los años!

Esta es también la historia de un niño feliz, travieso pero feliz, que siempre que veía a Orozco cruzaba la carretera para darle un beso. ¡Ay, Orozco!, el vagabundo viajero de nuestra niñez que se ganó el cariño de nuestras gentes. Caminaba en una dirección, pero como no tenía rumbo fijo, no dudaba en subir a un coche que fuese en sentido contrario.

Este el recuerdo de aquellos niños que, como yo, salían cada atardecer, más o menos a esta hora, muy cerca de esta plaza, a buscar la leche recién ordeñada de las vacas de un vecino. Ibamos con una lechera de latón provista de un asa al que dábamos vueltas y vueltas y que en más de una ocasión llegó vacía a casa, con la leche por un lado y el recipiente por otro.

Los niños de antes leíamos a Pulgarcito, Mortadelo, Zipi y Zape, Rompetechos o La Familia Trapisonda –un grupito que es la monda-. Y lamentábamos llegar al final, con la despedida del “13, Rúe del Percebe”. Hay que agradecer al genio Francisco Ibáñez los “alpargatazos” de los que nos libró con tanto entretenimiento en aquellas soporíferas siestas de 42 grados sin ventilador.

Talayuela siempre ha sido un pueblo feliz. Las mujeres se pasaban las Vírgenes y los Santos de casa en casa en pequeñas cajas de madera protegidas por un cristal. Ponían velas, rezaban y regalaban una limosna a la Iglesia.

A los niños nos mandaban a la tienda a comprar galletas al peso, o chocolate para merendar. Y en más de una ocasión sin dinero porque el comerciante era también el vecino y nos fiaba. Siempre era la misma cantinela: “Que ha dicho mi madre que me dé un bote de Cola-Cao y que mañana se lo paga”.

La vida nos enseñó a ser fuertes, a ayudar a nuestros padres y a tratarlos con respeto. Teníamos escuela por la tarde y dos rombos por la noche en la única televisión en blanco y negro que se podían permitir aquellos que nos regalaron la vida. En invierno, los domingos íbamos al cine a ver una del Oeste, y en verano, para sofocar el calor de esta bendita tierra, tocaba tortilla de patatas, rin-ran y baño en el río Tiétar, que era nuestra piscina.

Talayuela nunca dudó del rumbo que había de tomar. Siempre tuvo la más célebre feria del norte de la provincia de Cáceres, la de San Marcos, el 25 de abril. En sus orígenes se celebraba en la finca del mismo nombre, propiedad del Marqués de Mirabel que, como sabéis, fue nombrado hijo adoptivo de Talayuela tras ceder su celebración a este pueblo.

Cuentan antropólogos, bibliógrafos e historiadores que la Feria de San Marcos era de tal magnitud que no se veía un solo claro en el terreno debido al gentío que acudía a la celebración. Gentes llegadas de toda la provincia de Cáceres y de otras como Toledo, Ávila, Salamanca, León, Palencia, Guadalajara o Valencia, venían a hacer sus tratos en una feria que reunía cada año más de mil cabezas de ganado.

Y entonces, cuenta la leyenda, se produjo el milagro, cuando, según la tradición, un toro bravo se convirtió en manso y caminó en procesión, detrás del santo para asistir a la Misa. Dice la copla:

Ven conmigo a Talayuela / a la feria de San Marcos / allí verás un torito / arrodillado ante el Santo

Las gentes de Talayuela somos hijos de los pinares del Tiétar, de las tierras de tabaco y de las sierras de Gredos. Somos hijos del Arañuelo y La Vera. Somos hijos, nietos y biznietos de quienes trabajaron para levantar este pueblo, de aquellos que se dejaron la piel y el corazón entre estas estrechas calles, en las fincas, en las obras, en el bienestar de sus familias.

Somos hijos de albañiles, agricultores, carpinteros, mecánicos, maestros de escuela, electricistas, ganaderos, comerciantes, taberneros, emprendedores y muchos otros; gente sencilla que supo vivir con poco para regalarnos felicidad.

Aquí falta mucha gente, pero no es porque ellos no hayan querido estar. Muchos de ellos nos dejaron hace tiempo y otros hace apenas unos días. Sí, aquí faltan muchos de los nuestros: pero no entristezcamos. Imaginemoslos con sus mejores galas saliendo de Misa, o con sus gorras y gafas de sol en los toros, o en la barra del bar tomando un chato con los amigos.

Vamos a recordarlos bailando en la verbena, contando historias de otros años y riendo a carcajadas en unos días de fiesta. No están, pero es como si estuvieran aquí, porque nos dejaron su imborrable recuerdo, sus anécdotas y sus obras, que perduran en el tiempo. A ellos, y a todos los que están aquí, pero atraviesan un mal momento, quiero dedicarles estas palabras que han sido escritas con el corazón. Gracias a quienes lo han hecho posible.

Vistámonos de fiesta, saquemos el traje de los domingos, contemos historias de cuando éramos quintos o de cuando veníamos de deshojar. Hagamos aún más grande esta fiesta, hagamos aún más grande este pueblo.

¡Viva la feria de San Marcos! ¡Viva Talayuela!"

En la imagen, el periodista y empresario Isidoro Campos, junto a la también periodista de Radio Interior, Mónica Pascual, que hizo de maestra de ceremonias en la apertura de la Feria de San Marcos de Talayuela.

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