Miles de aves comienzan a atravesar el Estrecho de Gibraltar rumbo a latitudes más bajas
La migración es un proceso que permite conocer mejor el funcionamiento de los ecosistemas y de los procesos ecológicos.
Termina el verano y el bullicioso jirriar de vencejos ha desaparecido de las ciudades y pueblos y cientos de miles de aves han comenzado a atravesar el Estrecho de Gibraltar rumbo a latitudes más bajas, donde tendrán la alimentación asegurada durante los meses de invierno boreal.
Las aves, cada primavera y otoño emprenden un largo y arriesgado viaje entre sus áreas de cría y de invernada. SEO/BirdLife estudia este fenómeno desde sus inicios, hace 70 años, ya que la migración es un proceso que permite conocer mejor el funcionamiento de los ecosistemas y de los procesos ecológicos, siendo además una herramienta de alerta temprana ante cambios ambientales de carácter global, como la pérdida de hábitats o el cambio climático.
No todas las especies ni poblaciones inician su periplo de forma simultánea y mientras que algunas de las aves más cercanas que pasaron la primavera ya han abandonado la Península, muchas de sus congéneres europeas aún se pueden observar.
Los abejeros europeos, que empezaron a marcharse en los últimos días de agosto, seguirán llegando desde el lejano norte de Europa durante las próximas semanas hasta totalizar unos 60.000 ejemplares de esta especie que cada año atraviesan el Estrecho de Gibraltar. Esta es la segunda rapaza que en mayor número se desplaza al continente africano, detrás del milano negro, que, prácticamente, cuadruplica esta cifra, con más de 200.000 aves, siendo el ave migratoria más observada sobrevolando las columnas de Hércules.
Paso del Estrecho
El paso que separa España del norte de África no sólo atestigua un flujo latitudinal, sino que muchas especies se encaminan desde el Mediterráneo hacia el Atlántico, siendo las pardelas las que constituyen el mayor contingente.
Se da la circunstancia de que los adultos inician la migración mientras los volantones siguen la misma ruta con unos días de desfase. Decenas de miles de ejemplares de pardelas baleares, mediterráneas, pichonetas, sombrías y cenicientas atraviesan este brazo de mar hacia el océano, donde se expanden hasta alcanzar, incluso, costas americanas, volando por lo general a escasa distancia de las olas.
Pero también existe una importante migración latitudinal que afecta a otras aves marinas que nidifican en abundancia en islas del norte de Europa. Entre estas destacan los alcatraces, que pueden ser observados desde la costa cantábrica y atlántica, sobre todo desde los cabos más prominentes. Estas aves se desplazan en grupos de cientos de ejemplares y se lanzan como dardos desde la altura para perseguir a sus presas bajo el agua.
Cabe recordar que las más pequeñas de las aves migratorias, numerosas paseriformes (currucas, papamoscas, mosquiteros y zarceros, entre otros muchos) no se ven tan obligadas como las grandes aves planeadoras a utilizar los estrechos, sino que, pese a su pequeño tamaño, cruzan enormes superficies de mar donde no pueden posarse ni alimentarse. Llegan exhaustas a tierra, con frecuencia a islas e islotes en el Mediterráneo y el océano Atlántico, donde consiguen recuperar fuerzas para continuar su viaje extenuante.