Trujillo, el origen del encuentro entre dos mundos

Plaza Mayor de Trujillo
Trujillo, el origen del encuentro entre dos mundos

La población extremeña que presenta una mayor emisión de salidas en el siglo XVI es Trujillo, localidad en la que sus habitantes aceptaron como mal menor para escapar de sus estrechas condiciones de existencia.

El descubrimiento, conquista y evangelización de América supuso para Extremadura un capitulo decisivo en la historia de una de las regiones más involucradas en las expediciones y la colonización del Nuevo Mundo. La región aportó un número notable de conquistadores y exploradores que dejaron una profunda huella en la historia de América.

El cronista oficial de Trujillo, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, y el jurista Raúl Gómez Ferreira, abordan en esta obra el origen del encuentro entre dos mundos, los conquistadores trujillanos, evangelizadores, colonizadores; la presencia de la mujer en el Encuentro, la arquitectura y las rutas extremeñas de los descubridores.

En el prólogo, el profesor Tomás Calvo Buezas, catedrático emérito de Antropología Iberoamericana de la Universidad Complutense de Madrid, académico correspondiente de la Real Academia de Extremadura y Medalla de Extremadura, subraya que “esta historia no está exenta de luces y sombras” porque “si bien se lograron transformaciones culturales y religiosas, estas fueron frecuentemente acompañadas de sufrimiento, pérdidas y resistencia por parte de las civilizaciones prehispánicas” y “en este relato se buscan ofrecer perspectivas tanto de los conquistadores como de los conquistados, reconociendo la riqueza y el dinamismo de los mundos que se encontraron y, a menudo, se enfrentaron”.

Trujillo ostenta ser la ciudad natal de insignes dignatarios encargados de situar a España en el mundo. En los primeros tiempos de la conquista americana, entre finales del siglo XV y el siglo XVI, Trujillo tenía una composición social formada por campesinos, artesanos, clases medias (comerciantes, clérigos) y un importante estrato social noble que gozaba de amplios privilegios. 

Sus hijos más insignes son Francisco Pizarro, conquistador del Perú; Francisco de Orellana, descubridor del Amazonas, y Diego García de Paredes, y miles de colonizadores y evangelizadores que marcharon al Nuevo Mundo entre los siglos XVI y XVIII. Su topónimo está extendido por toda la América hispana: Trujillo está en veintidós poblaciones de Perú, México, Nicaragua, Venezuela (Ciudad Trujillo y Estado Trujillo), Colombia, Cuba (hay tres Trujillo), Honduras, Guatemala, Puerto Rico (Trujillo Alto y Trujillo Bajo), Chile, Argentina, Ecuador y un Trujillo en Estados Unidos, en los que adquirió fama y renombre por algunos de sus hijos.

La intervención de los conquistadores en América se estructuró en expediciones que, aunque violentas y devastadoras para los pueblos originarios, resultaron fundamentales en la creación de los futuros imperios coloniales. Algunos de los episodios más importantes incluyen: la conquista del Imperio azteca (1519-1521), liderada por Hernán Cortés; la conquista del Imperio inca (1532-1533), encabezada por Francisco Pizarro; y la conquista de América Central y el Caribe, en la que Pedro de Alvarado participó en la subyugación de las civilizaciones mayas y en la colonización de esas tierras.

Los conquistadores utilizaron una combinación de tácticas militares, políticas y psicológicas para someter a los pueblos indígenas. A pesar de ser numéricamente inferiores, los conquistadores contaban con ventajas tecnológicas, como las armas de fuego, las armaduras de acero y los caballos, elementos desconocidos por los pueblos nativos, que les dieron una ventaja táctica en combate, además de otros métodos como: alianzas con los indígenas, uso de la diplomacia y el engaño, la introducción de enfermedades europeas (como la viruela, el sarampión y la gripe), que jugó un papel devastador en la conquista, porque los indígenas no tenían inmunidad; o el uso de la violencia y el terror.

La conquista trajo consigo profundas transformaciones sociales, políticas y culturales de América: colapsos de civilizaciones: los aztecas, incas y mayas fueron derrotadas y sometidas; explotación económica; la transformación cultural y religiosa y el mestizaje.

La población extremeña que presenta una mayor emisión de salidas en el siglo XVI es Trujillo, localidad en la que sus habitantes aceptaron como mal menor para escapar de sus estrechas condiciones de existencia. Según los autores, la cuna de conquistadores aportó 152 conquistadores, cuya relación y hechos señalan, además de 71 evangelizadores y 98 colonizadores trujillanos.

Finalmente, aunque la presencia de la mujer en la ha sido invisibilizada en la historia, ya en el tercer viaje de Colón figuraron mujeres a bordo. La mayoría marchó con sus maridos o parientes, entre las que cabe citar a Isabel de Guevara, Catalina Pérez, Elvira Pineda, María Dávila, Leonor Soleto, Isabel de Quirós, Ana de Salazar, Luisa Torres. Asimismo, las mujeres nativas, como “La Malinche” y la india Fulvia jugaron roles estratégicos durante la conquista, actuando como intérpretes y aliadas de los conquistadores. De Trujillo partieron hacia América 19 mujeres y, según los datos acopiados en el Archivo de Indias, otros 767 trujillanos más contribuyeron a difundir su nombre en América.

La obra concluye con un estudio sobre el trasvase de estilos artísticos que llevaron a América los colonizadores, entre los que sobresale el cantero trujillano Francisco Becerra, autor de las catedrales de Puebla, Cuzco y Lima, además de las rutas extremeñas de los descubridores. El párroco de Santa María la Mayor, San Francisco y San Martín de Tours de Trujillo, Juan Carlos Milla Cuarto, pone el punto final a la obra, quien afirma que “España y América no se pueden entender sin Trujillo”.

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