No es racismo

No es racismo

No, cualquiera que haya jugado al fútbol en competición sabe que el público rival te increpa si eres negro, blanco, tienes barba, eres gordo, eres delgado, eres calvo, luces melena, eres alto, eres bajo, tienes orejas de soplillo o la nariz larga, tus piernas son zambas…

No, increpar a Vinicius no es racismo o, al menos, no es la prueba fehaciente del racismo. Se increpa a un jugador que cae especialmente mal por su actitud desafiante con rivales, árbitros y público, actitud chulesca y maleducada incluso. ¿Era racismo cuando gritaban a CR7 aquello de “ese portugués, que hijoputa es”? ¿o a Messi le ‘piropeaban’ con lo de “enano subnormal” ?, por poner sólo dos ejemplos.

Se habla de Son Moix y Mestalla como campos especialmente racistas (a partir de la llegada de Vinicius, parece que antes no lo eran). Veamos, en Mallorca aplauden a un tipo llamado Larin, que es negro, y hace poco se rendían ante el golazo de un rival, Rodrigo, también negro. Parece poco coherente si se desprecia a las personas de color.

¿Y Mestalla? Pues también hace unos días se despedía con aplausos a un rival, Yamal, ¡un negro además de padre moro! ¡Menudos racistas! Pero, además, el Valencia tiene en su plantilla a seis negros y un árabe, a los que aplauden a rabiar cuando protagonizan alguna acción destacada.

No, cualquiera que haya jugado al fútbol en competición sabe que el público rival te increpa si eres negro, blanco, tienes barba, eres gordo, eres delgado, eres calvo, luces melena, eres alto, eres bajo, tienes orejas de soplillo o la nariz larga, tus piernas son zambas… De lo que se trata es de sacarte de la concentración, encabronarte para que dejes de estar pendiente del juego. Ya lo dijo hace mucho Sun Tzu en su Arte de la Guerra: “si tu enemigo es colérico, trata de irritarle”, puesto que así tomará decisiones precipitadas y nublarás su juicio.

Y conste que no defiendo ni el insulto ni la mala educación, ni en los campos de fútbol ni en ningún otro lugar. Y sí, hay racistas en el fútbol, como los hay en cualquier otra actividad social.

Pero hay muchas formas de enfrentarse a estas situaciones. Por ejemplo, el Extremadura tenía un portero, el ‘Mono’ Montoya, al que arrojaban plátanos durante el calentamiento. ¿Qué hacía él? Tomaba una de las bananas, se colgaba del larguero como un mono y se la comía mirando desafiante al público. Eso provocaba risas y desarmaba a los lanzadores de plátanos, que veían su burla burlada. Otro tanto en la famosa escena de Alves cuando va a sacar un córner y le lanzan un plátano: se detiene, lo pela, le da dos bocados y lo tira. Risas y aplausos por el gesto, y, de nuevo, los ‘graciosos’ burlados. Todo eso porque no tenían el afán desmesurado de protagonismo del crack brasileño.

Y una anécdota que viví en directo. En un partido de la Tercera Extremeña, el portero foráneo era negro. Su equipo se puso por delante en el marcador muy pronto, y se dedicó a perder tiempo. Así, este portero, cuando el balón salía de fondo, caminaba parsimonioso en su búsqueda, lo tomaba como si fuese de cristal, volvía con andar lento, lo colocaba y recolocaba en la raya del área chica, daba pasos de tortuga para tomar carrerilla y, al fin, sacaba. 

Un grupo de chavales, no más de 13 años, que había tras la portería, le gritaban en cada una de estas secuencias “negro, date prisa coño”, “negro, no pierdas tanto tiempo”. Esto provocó que algunos aficionados del equipo forastero dieran cuenta a la Policía Local, que despejó la zona tras la portería y advirtió a los chavales que si persistían serían denunciados.

Tras el partido, el presidente del club local se acercó al portero y le pidió disculpas por lo ocurrido, a lo que este contestó: “¿Por qué? A mi nadie me ha insultado, me han dicho negro, que lo soy, pero nadie me ha dicho ni hijo de puta ni cabrón ni nada de eso”.

Por eso no, no es racismo lo de Vinicius, no puede serlo cuando esos supuestos racistas aplauden a otro jugador negro, moro, sudamericano, asiático… Un racista los odiaría a todos, jamás los alabaría. Un nazi nunca alabaría a un judío, aunque fuese brillante y de trayectoria y logros impecables.

No banalicemos el racismo por el interés de determinados grupos. 

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