Este sábado, cuando el reloj marque la medianoche, las llamas volverán a dibujar figuras en el cielo de Torre de Don Miguel. El pequeño municipio cacereño, de apenas 500 habitantes, se transformará en un escenario vibrante donde el fuego y la tradición se funden en uno de los rituales más singulares del folclore extremeño: El Capazo.

Declarada Fiesta de Interés Turístico de Extremadura, El Capazo no es solo un espectáculo visual. Es una herencia viva que sobrevive al paso del tiempo, mezcla de antiguos cultos solares y costumbres cristianizadas, que mantiene intacta su esencia desde hace siglos. 

En el centro de la celebración: los grandes capazos —cestos de esparto—, que tras ser embadurnados con brea y resina, son encendidos y lanzados al aire en plena Plaza Mayor, en una coreografía de fuego que envuelve al público en un ambiente casi místico.

El Capazo se celebra siempre el sábado siguiente al Domingo de Resurrección, y este año la cita cae el 26 de abril. Los festejos comenzarán a las 22.00 horas con una ruta por las bodegas locales, donde los asistentes podrán degustar vinos y licores tradicionales. 

A medianoche, la plaza se llenará de espectadores y entonces comenzará el ritual: los mozos, ataviados con túnicas oscuras, prenderán los capazos y los lanzarán al aire, entre cánticos, tambores y vítores.

La cita ha ido ganando popularidad en los últimos años, atrayendo a visitantes de otras zonas de Extremadura y de fuera de la región. Aun así, El Capazo conserva ese carácter íntimo y rural que lo hace tan especial.

Los organizadores recuerdan que la asistencia es libre, pero recomiendan llegar con antelación debido a la previsión de gran afluencia. Como cada año, no faltará la música tradicional y esa mezcla de humo, fuego y emoción que convierte la noche del Capazo en una experiencia inolvidable.