Nuestros mayores, dejados y solos
Al perder facultades, al estar llenos de achaques, la vejez podría convertirse en una edad cruel, si les falta a estas personas, en dicho rango de edad, el cariño y la comprensión de los jóvenes, nombrados estos en toda su extensa generalidad.
Vivimos en una sociedad, la española, donde, a pesar de nuestra filosofía de trabajar para vivir, muy distinta de la de vivir para trabajar, resulta que tenemos complicada la conciliación, de la vida laboral con la familiar, uno de los factores que provoca, desgraciadamente, la triste soledad de tantos y tantos, de nuestros mayores.
La vejez, o tercera edad, no tendría por qué constituir una época de aislamiento, en la que nuestros abuelos sintieran que ya no son útiles, y, lo que es aún peor: que se han convertido en un estorbo.
Al perder facultades, al estar llenos de achaques, la vejez podría convertirse en una edad cruel, si les falta a estas personas, en dicho rango de edad, el cariño y la comprensión de los jóvenes, nombrados estos en toda su extensa generalidad.
No rehuyamos a nuestros mayores, ni los dejemos en el olvido. Las residencias, en las que tan a menudo son recluidos por diversas razones comprensibles, no debieran convertirse en cárceles, ni en depósitos de espectros, carentes de una hipotética humanidad, ya que, nuestros mayores, continúan acaparando necesidades de cariño y afecto, además de otras que ya no les es posible cubrir por sí mismos.
Nos cuesta una barbaridad, ser empáticos con los viejecitos, si quiera mostrar algo de calidez humana, para con todos ellos. Y, debo decir que, la gente mayor, posee una visión de la vida, en una dimensión mucho más sabia que la de la juventud. La llamada "experiencia" de los mayores, es algo real, que, yo mismo, he podido experimentar, en diferentes ámbitos, como la Parroquia, los Grupos de reflexión cristiana, o en el mero trato familiar con las gentes de mi sangre. Nunca deberíamos desaprovechar esta baza de sapiencia, con la que aventajados seniors nos previenen y nos aconsejan.
Por otro lado, extraña mucho la noticia de que la gente mayor, en las residencias, carezca de un personal básico, de modo que puedan ser atendidos con diligencia y efectividad, sobre todo en las noches. Se entiende que existe una importante carestía de personal, que desée dedicarse al cuidado de estas personas, ya entrada en canas, y en una severidad de surcos faciales. Poco comprensible esta escasez de personal, por otro lado, dado el paro laboral tan desmesurado, en uno de los líderes mundiales en la tan elevada tasa de gente sin trabajo.
Está bien que trabajemos para vivir, y no al contrario, pero es igualmente meritorio, sonreír a todas las personas que tuvieron que soportar nuestras impertinencias adolescentes, que nos dieron con gran esfuerzo lo que hoy conservamos de bueno, y que posibilitó nuestro éxito. Sonreír, y echarles una manilla, cuando más lo necesitan, en las oscuras noches del alma que, tantos de ellos padecen en silencio, y con un corazón humano tembloroso, pero lleno de ternura.