La otra cara del ejercicio físico: cuando el exceso se convierte en un riesgo para la salud

En la foto de archivo, un corredor
La otra cara del ejercicio físico: cuando el exceso se convierte en un riesgo para la salud

Cuando esta práctica se lleva al extremo, sin el estado físico adecuado o sin el descanso ni la recuperación correctos, puede convertirse en un ejercicio muy lesivo e, incluso, llegar a ser perjudicial.

Uno de los objetivos más comunes al iniciar un nuevo año es incorporar el hábito de practicar, o aumentar, el ejercicio físico. En este sentido, correr y fijarse metas, como participar en carreras o competiciones, se ha convertido en una de las actividades físicas más populares en la actualidad, gracias a sus múltiples beneficios para la salud y la posibilidad de hacerlo en grupo en uno de los numerosos "running clubs".

Sin embargo, cuando esta práctica se lleva al extremo, sin el estado físico adecuado o sin el descanso ni la recuperación correctos, puede convertirse en un ejercicio muy lesivo e, incluso, llegar a ser perjudicial.

Según la Sociedad Española de Cardiología, correr de forma habitual ofrece numerosas ventajas para la salud, reduciendo hasta en un 27% el riesgo de mortalidad, el 30% de muerte cardiovascular y hasta en un 23% la muerte por cáncer. De hecho, se ha visto que las personas que se mantienen activas físicamente viven 7 años más de media, en comparación con aquellas con características similares pero sedentarias.

Esto es especialmente importante teniendo en cuenta que solo el 33% de la población española califica como bueno su bienestar físico, tal y como señala el estudio Cigna International Health. Sin embargo, los expertos también advierten que correr más no es necesariamente mejor. La "hipótesis del ejercicio extremo" muestra una relación entre la inactividad física, ya que es perjudicial, pero el ejercicio en exceso también puede serlo.

Las carreras de resistencia extrema, como maratones, ultramaratones, Ironman u otras pruebas similares de aventura de larga duración, desafían al cuerpo de manera intensa, lo que genera riesgos en distintos sistemas del organismo. A esto se suma, que las redes sociales y los influencers del running han impulsado la pasión por este deporte en los últimos años. Si bien esta tendencia ha fomentado hábitos saludables, también ha llevado a algunas personas a exigirse más allá de sus límites y a hacerlo sin la preparación adecuada.

Así como señala la Daniela Silva, especialista en Medicina Interna y E-Health Medical Manager de Cigna Healthcare España, dice que "practicar deporte de intensidades extremas puede parecer a priori un reto apasionante y una meta estimulante para quienes buscan superarse, pero debemos saber que este tipo de prácticas conllevan riesgos y no son recomendables desde un punto de vista médico. Si nuestro objetivo es llevar una vida más saludable y mejorar nuestros hábitos, debemos buscar una combinación equilibrada de entrenamiento cardiovascular y de fuerza, descanso y recuperación. Conocer nuestros propios límites, prestar atención a las señales del cuerpo y, sobre todo, asumir que no todos los deportes son aptos para todo el mundo, nos permitirá disfrutar de los beneficios sin comprometer la salud y sin caer en un desgaste excesivo que pueda derivar en lesiones o problemas de salud a largo plazo."

En este sentido, los expertos de Cigna Healthcare analizan cómo el ejercicio extremo influye en el cuerpo y su rendimiento.

El sistema cardiovascular. El ejercicio moderado fortalece el corazón, mejorando la circulación y reduciendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, cuando se practica de forma extrema y sin el descanso adecuado, puede provocar efectos negativos como fibrosis miocárdica, arritmias y un incremento del riesgo de desarrollar cardiopatías. En algunos casos, puede causar microinfartos asintomáticos. Además, estudios han encontrado una mayor prevalencia de ateroesclerosis coronaria en corredores de resistencia extrema. De hecho, después de una maratón, el ventrículo derecho se agota y disminuye su fuerza de contracción, tardando varios días en recuperarse; lo que resalta que correr un maratón ocasionalmente no es perjudicial, pero sí someterse a este tipo de esfuerzo repetidamente, sin una recuperación adecuada.

El sistema respiratorio. La capacidad pulmonar mejora con el entrenamiento aeróbico regular, pero el esfuerzo prolongado en condiciones extremas puede aumentar el riesgo de inflamación bronquial y generar lesiones pulmonares. La inhalación constante de aire frío o contaminado durante carreras largas también puede irritar las vías respiratorias, contribuyendo a condiciones como el asma inducida por el ejercicio o infecciones respiratorias recurrentes. Para reducir estos efectos, es aconsejable alternar los entrenamientos en zonas interiores (como en una cinta de correr en casa o en un gimnasio) y evitar correr en condiciones de frío extremo o cuando los niveles de polución son altos.

El sistema renal. Las carreras de resistencia extrema implican un esfuerzo físico prolongado que puede causar deshidratación severa y rabdomiólisis, un proceso en el que las fibras musculares se descomponen y liberan proteínas dañinas en el torrente sanguíneo. Esta situación sobrecarga los riñones, que deben filtrar estas sustancias, aumentando significativamente el riesgo de insuficiencia renal aguda. En algunos casos graves, puede llevar a daño renal permanente si no se trata adecuadamente. Por ello, es indispensable mantener una adecuada hidratación antes, durante y después del ejercicio. También se recomienda espaciar las carreras de alta intensidad con entrenamientos de menor exigencia.

El sistema musculoesquelético. El impacto repetitivo del running, junto con las cargas excesivas de entrenamiento, pueden llevar al desgaste articular y aumentar el riesgo de fracturas por estrés. Además, la falta de una técnica adecuada o la ausencia de supervisión profesional incrementa la probabilidad de desarrollar lesiones crónicas, como tendinitis, fascitis plantar o roturas fibrilares. La sobrecarga continua y la falta de tiempo para la recuperación muscular pueden descompensar el equilibrio entre fortalecimiento y daño, llevando a problemas persistentes que podrían haberse evitado con un enfoque más moderado y supervisado.

Alternar sesiones de carrera con otros deportes menos lesivos en los que también se trabaje la resistencia, como la natación o el ciclismo, permite una recuperación más eficiente y genera un menor impacto en las articulaciones.

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